Practicando la solidaridad…

Este 2016 fue un
año intenso,  un año de mucho movimiento,
de mucho debate y mucha movilización por nuestras reivindicaciones. Movilización
que somos todos consientes que damos, no como una isla, no como un ente aparte
y aislado, no con espíritu corporativista; sino que la damos como parte
indisoluble de una clase trabajadora. Teniendo claro que aquí la cuestión no es
solo la vivienda, que siendo algo muy importante no es lo único en la pelea de
los obreros por una vida digna.

Nosotros somos y
orgullosamente lo decimos todos: constructores de hábitat. Hábitat entendido
como la sumatoria de trabajo digno y con salario justo, acceso a la educación y
salud de calidad, a la vivienda digna y sustentable. Por eso nuestras reivindicaciones
nunca serán corporativistas, ni economicistas; serán en clave de derechos y
basadas en el justo reclamo de mayor redistribución de la riqueza que nosotros
los trabajadores generamos.

Hay cosas que si no
se dicen, se olvidan: por eso hablando de distribución debemos una vez más
decir, que la brecha entre lo que se lleva el capital y lo que nos llevamos los
trabajadores sigue creciendo, siempre a favor del gran capital.

Por eso todas
nuestras reivindicaciones son en clave de derechos y de una justa redistribución
de la riqueza. Ni el repago al 2%, ni la necesidad de subsidiar para asegurar
la permanencia, ni la exoneración del IVA, son reclamos corporativistas, ni
para pagar menos.

Son formas de
distribución justa a favor de los trabajadores, van enmarcadas en el reclamo de
mayor inversión pública, salarios justos, recursos para una salud y una
educación de calidad. Son reclamos que forman parte de una plataforma de la
clase obrera organizada, pidiendo mejor distribución, y más justicia
tributaria. En definitiva: que pague más, el que realmente tiene más

Además, ha sido un
año de potenciar nuestro gremio, porque como herramienta de lucha que es;  a través de él, debemos asumir los desafíos
que la realidad nos enfrenta y que no podemos eludir: tal vez el principal de
ellos sea la cuestión social.

Nuestra sociedad
atraviesa hoy un momento dramático: el desarraigo, el individualismo, el
consumismo, en definitiva la pérdida de los valores de la convivencia nos están
embruteciendo de una manera dramática. No vamos a pontificar desde aquí sobre
los males de nuestra sociedad, pero todos vemos en nuestros barrios lo que está
pasando: la barbarie pareciera controlar nuestras relaciones: ya a nadie
pareciera importarle nada del otro: no importa si un vecino está enfermo, si se
queda sin trabajo, si tiene problemas o no. Realmente parece que nos hubieran
convencido que lo único que importa es lo de uno, y nada más. La triste frase
del “yo cuido lo mío y los demás que se arreglen” parece ir tomando cuerpo de
verdad irrefutable. Cuando debe encerrar de forma más grosera los sentimientos
de egoísmo y mezquindad que el hombre pueda expresar.

Frente a eso,
nuestro movimiento ha hecho de la solidaridad puesta en práctica, su santo y
seña. Recordemos el ejemplo que dio la cooperativa COVICOFU este mismo año:
compañeros salidos de un asentamiento, que se organizaron y hoy ya están
construyendo su vivienda, y que frente a la tragedia del tornado en Dolores,
puso su trabajo y el de un grupo de presos del penal de Punta Rieles para hacer
15 mil bloques y donarlos para la reconstrucción de la ciudad; eso es el
cooperativismo de vivienda uruguayo. Solidaridad como forma de vida.

Y ese es el desafío
para el 2017, seguir replicando nuestro aporte en lo social, seguir nuestra
pelea en la calle por las reivindicaciones, seguir demostrando que hay una
sociedad diferente y posible basada en la mutua colaboración y en la
solidaridad. Porque somos un mismo movimiento, y ese es y será nuestro
compromiso.

Si la lucha paga,
luchar hasta vencer !

 

Pablo Caballero, Secretario General

FUCVAM