El desastre del nuevo siglo
Por Dalia Acosta, IPS
Como el huracán de 1932, el Flora de 1963 o el Michelle en 2001, la combinación fatal de los huracanes Ike y Gustav quedará en la memoria histórica de Cuba como uno de los mayores desastres naturales que debió enfrentar esta isla del Caribe.
Cuando aún no se habían terminado de cuantificar los daños provocados por Gustav el 30 de agosto en el occidente del país, Ike entró por el oriente la noche del lunes pasado, salió al mar para fortalecerse y al día siguiente volvió a atravesar la isla de sur a norte por la provincia de Pinar del Río, a unos 140 kilómetros de La Habana.
Antecedido por las penetraciones del mar en la oriental ciudad de Baracoa, acompañado de intensas lluvias y una extensa área de influencia con vientos que superaron los 200 kilómetros por hora, Ike afectó prácticamente a todo el territorio cubano y a su población de 11,2 millones de personas.
Mientras el ciclón se alejaba al norte por el golfo de México, Cuba seguía sufriendo rachas de viento, lluvias, crecida de ríos e inundaciones y el gobierno de Raúl Castro ponía todo su énfasis en el inicio de las labores de recuperación, incluido el reestablecimiento de los servicios básicos de acueducto, electricidad y comunicaciones.
“Nada igual”, “un desastre”, “ni cuando el Flora”, “no recuerdo haber vivido algo así”, repiten una y otra vez las personas entrevistadas en algunas de las localidades más afectadas, a donde la prensa nacional ha podido llegar con el apoyo de las máximas autoridades del país.
Siete personas murieron en la isla víctimas de Ike y se reportan otras 19 lesionadas, cifras preliminares que podrían aumentar con la persistencia de las inclemencias climáticas, pero valoradas como insignificantes si se tiene en cuenta la magnitud del desastre.
La reducción al mínimo posible de las víctimas fatales se asocia directamente a las medidas preventivas aplicadas por la Defensa Civil en Cuba. Hasta el 9 de septiembre, más de 2,6 millones de personas habían sido evacuadas en todo el país, la mayoría de ellas en casas de familiares y vecinos, aseguró el coronel José Ernesto Betancourt.
Fuentes del Estado Mayor de la Defensa Civil informaron que, para enfrentar el impacto de Ike, se activaron 1.236 órganos de dirección de oriente a occidente, 2.300 albergues estatales, 9.600 equipos de transporte y de carga. Unas 118.000 personas trabajaron en las tareas de atención y máxima protección de la población.
“Esta ciudad ha retrocedido por lo menos 70 años. Está irreconocible. Vamos a tener que trabajar mucho para salir adelante”, comentó a IPS, vía telefónica, una vecina de Holguín, uno de los territorios más afectados por el paso del huracán a unos 700 kilómetros de La Habana.
Tristeza, vacío, desolación. Imágenes aéreas de los municipios holguineros de Banes y Gibara, transmitidas por la televisión nacional, muestran a poblaciones enteras devastadas, kilómetros y kilómetros de edificaciones sin techos, enclaves económicos pero también casas de familias destruidas parcial o totalmente.
El mar penetró tierra adentro en la localidad camagüeyana de Santa Cruz del Sur y en las habaneras Caimito, Majana, la Sabana y El Corujal. Las intensas lluvias convirtieron la comunidad de Alacrán en un río caudaloso y provocaron inundaciones en numerosos asentamientos y ciudades como Matanzas, Ciego de Ávila y Camagüey.