La Coalición Internacional del Hábitat (HIC) – el movimiento global de más
de 400 miembros que trabajan por los derechos humanos del hábitat, la tierra,
la vivienda y los derechos relacionados – se formó en la gran convergencia de
la primera Conferencia Hábitat en Vancouver en 1976. Durante los 40 últimos
años, HIC sigue inspirada, y comprometida en la defensa de la Agenda Hábitat y en
su desarrollo en el marco normativo de derechos humanos para afrontar los
desafíos del hábitat actuales.
En esta Conferencia Hábitat III, nos reunimos todas-os de nuevo en este
momento de crisis.
Desde Hábitat II, nuestros miembros han sido testigos de un aumento de graves
violaciones de derechos humanos a la vivienda y a la tierra, incluyendo
desalojos forzosos y acaparamientos de tierra, por todo el planeta. Esta
situación ha empeorado debido a la crisis financiera global, con grandes bancos
e inversores capitalistas dando forma a nuestras ciudades mediante un modelo neoliberal
liderado por el mercado, que aumenta las
desigualdades y deforma la visión avanzada del derecho a la vivienda en Hábitat
II. Como consecuencia, vemos desplazamientos de masas y una creciente desigualdad
en las ciudades y sus alrededores por todo el planeta, con intereses privados
echando a las personas vulnerables de sus hogares y tierras. Estos fenómenos de
“urbanización” están relacionados con desplazamientos masivos de las
áreas rurales en muchos países, donde grandes corporaciones e inversores están
comprando o arrendando tierras y despojando a las personas de sus hogares y
medios de vida, haciendo eco del grave delito de desplazamiento de población.
Nuestro hábitat Humano se enfrenta actualmente a una multitud de crisis
convergentes: el fracaso de la política; la falta de respeto flagrante a los
derechos humanos y principios generales de las leyes internacionales; las olas sin
precedentes de desplazamiento, migración y refugiados; mercados sin regulación
y desastres financieros cíclicos; un cambio climático amenazante; una
disparidad mayor que nunca en la historia de riqueza y salarios; sistemas
alimentarios dominados por corporaciones extranjeras y ajenos a los intereses
de las personas y nutrición inadecuada; incremento incontrolado de población; insuficientes
oportunidades de trabajo decente; y una urbanización desequilibrada que no solo
estas crisis y desafíos, sino que los encarnan. El documento que resultará de
Hábitat III debe ser una agenda global que sirva al propósito de resolver estos
desafíos y crisis a los que se enfrenta el hábitat Humano. Sin embargo, con la
pérdida del alcance y del concepto del hábitat humano, esta “Nueva Agenda
Urbana”, concebida como guía solamente para la urbanización, aborda solo
una parte del desafío del hábitat al que nos enfrentamos actualmente.
El proceso Hábitat, en sus inicios, reflejaba el mensaje de Estocolmo 1972:
“Pertenecemos a un único planeta. Somos uno, ineludiblemente uno.” Esto
fue una señal esperanzadora de que habíamos alcanzado un momento en el que lo
moral, los intereses personales, y el conocimiento basado en la evidencia coincidían
para guiar la acción necesaria basado en un cambio de comportamiento predecible.
Recordamos el espíritu de Vancouver (1976) y los compromisos hechos en Estambul
(1996), pero sin una evaluación seria de la implementación de aquellas promesas,
este proceso Hábitat no tendría la capacidad ni la voluntad de aprender, ni de construirse
sobre los esfuerzos hacia esta transformación prometida.
Por ejemplo, el Plan de Acción de Vancouver reconocía especialmente que:
Las ideologías de los estados se
reflejan en sus políticas de asentamientos humanos. Siendo estas políticas instrumentos
poderosos de cambio, no deben usarse para despojar a las personas de sus
hogares y su tierra, o para acaparar privilegios y explotación (preámbulo,
párrafo 3).
Solo necesitamos mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta
de que esta advertencia ha pasado inadvertida. De hecho, las múltiples crisis
globales nos dicen que la “Nueva Agenda Urbana” 2016 no aborda esta persistente
realidad política. La nueva era prometida se nos sigue escapando, y el mundo
actual está fuera de equilibrio de manera extrema. Como la visionaria Barbara
Ward advirtió en la plenaria de Vancouver, “Cuando los intereses privados inclinan
la balanza, estamos aplazando los costes y correcciones a las generaciones
futuras.”
En Hábitat III, HIC llama de nuevo a los estados a mantener sus compromisos
de Hábitat I y II y sus obligaciones vinculantes de derechos humanos. Mientras
el documento que surge de Hábitat III contiene algún párrafo y desarrollo positivos,
ignora los compromisos históricos hechos en Vancouver y Estambul, incluyendo
“proteger y reparar los desalojos forzosos,” “combatir el
sinhogarismo” y lograr ” el cumplimiento progresivo del derecho humano
a una vivienda adecuada.” En esencia, Hábitat III ha reducido el alcance
de la Agenda Hábitat, como refleja su título: “Nueva Agenda Urbana.” Plantea
una visión futurista de un mundo exclusivamente urbano, no aborda las causas
estructurales del proceso desequilibrado de urbanización y de vivienda
inadecuada, ni trata de abordarlas. No han sido abordados de manera adecuada
algunos temas críticos como: la producción alimentaria y los derechos de los
pequeños agricultores; el rol crucial de la economía social, solidaria y de
cuidado; la regulación de los mercados financieros e inmobiliarios; el
acaparamiento de tierras y la protección de los derechos a la tierra de las
comunidades; y la necesidad de cuestionar el actual marco macroeconómico y
políticas y extranjeras que promueven la violación de derechos humanos. En el
último borrador de la nueva agenda se han eliminado las referencias explícitas
a la necesidad de fortalecer los procesos e instituciones democráticos incluidos
en los borradores anteriores.
Mientras HIC celebra la inclusión de
“atención especial…a… países y territorios bajo ocupación
extranjera,” esta Agenda no ofrece ninguna medida efectiva para resolver ni
esta situación ilegal, ni la destrucción de los hábitats humanos en guerra. Los
Objetivos de Desarrollo Sostenible dejaron este vacío que Hábitat III no ha
llenado. También estamos decepcionadas-os por la omisión de los colectivos
clave como LGBTQI (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Queers e
Intersexuales ) y el abandono de mitad de la humanidad que viven en áreas rurales
y sufren las consecuencias de una urbanización y consumo de recursos
incontrolados. Esta exclusión no es coherente con el compromiso de la Agenda
2030 de Desarrollo Sostenible de “no dejar nadie atrás.” La ausencia
de un marco de responsabilidad y reparación en la “Nueva Agenda
Urbana,” especialmente para las víctimas de los desplazamientos forzosos, desplazamientos,
guerras, ocupación y crisis prolongadas también representa un gran
inconveniente.
Quizás es demasiado tarde para rectificar el texto de la “Nueva Agenda
Urbana.” Sin embargo, para que sea realmente significativa y
transformadora, debe incorporar el marco de derechos humanos y las
correspondientes obligaciones de los estados en su implementación, monitoreo y
evaluación. Necesita el desarrollo de indicadores de derechos humanos en
coherencia con las normas relevantes con el fin de lograr un desarrollo
sostenible en las áreas urbanas y rurales y para “acabar con la pobreza en
todas sus formas y dimensiones.” De otro modo, esta Agenda será
simplemente un documento aspiracional sin ningún incentivo para
operacionalizarla,y sin mecanismos para monitorear y evaluar su puesta en
práctica. La implementación, monitoreo y evaluación efectivas deben alinearse
con el sistema unitario de leyes y normas internacionales, incluyendo el
Acuerdo de Paris sobre cambio climático y la Agenda 2030 en el nuevo Sistema de
Desarrollo Sostenible de la ONU, e integrarse con el Sistema de Derechos
Humanos de la ONU.
A medida que creamos nuestra visión colectiva de futuro, más allá de
Hábitat III, desde HIC reiteramos la necesidad de que los estados – a través de
todas sus esferas de gobierno-: armonicen la implementación de sus obligaciones
de las leyes internacionales y, de manera correspondiente, cumplan con sus
compromisos acumulados de la Agenda Hábitat; consulten e involucren de manera
activa y efectiva a la sociedad civil, los movimientos de los pueblos,
comunidades locales y a los gobiernos locales democráticos; adopten un orden
macroeconómico justo (como se prometió en Hábitat II); e incorporen e implementen
los principios de derechos humanos y el medio ambiente sostenible, la equidad
de género, la no discriminación, la responsabilidad, las reparaciones por el
daño hecho, la equidad intergeneracional con una atención especial a los
derechos de las mujeres, niñas-os, jóvenes y personas mayores, además de
personas con discapacidad, minorías sexuales, pueblos indígenas, pequeñas-os
campesinas-os/agricultores, pastores, habitantes de los bosques, y pescadoras-es,
entre otros.
HIC, junto a otros movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil
y grupos comunitarios de todo el mundo reafirman su compromiso a seguir
luchando y haciendo incidencia por el derecho a la ciudad dentro de un hábitat
de derechos humanos, que permita la realización del “buen-vivir” (sumak
kawsay) para todas-os, de manera independiente y más allá del proceso
Hábitat y la autorización de los gobiernos. Seguimos buscando soluciones reales
basadas en las comunidades y centradas en la gente para enfrentar las múltiples
crisis a las que se enfrenta el hábitat humano, dando prioridad a la innovación
local para que los costes y reparaciones sean acordes con las-os jóvenes de hoy
y con las futuras generaciones.
Más allá de Hábitat III, los estados, a través de todas sus esferas de
gobierno y autoridades, deben adoptar estrategias y políticas que regulen las
transacciones globales financieras; eliminar o limitar los instrumentos
financieros especulativos opacos; aumentar los impuestos a la especulación
inmobiliaria; regular los alquileres; fortalecer la tenencia, la producción y
financiación social de la vivienda y el hábitat; y prevenir la privatización de
los bienes comunes, atacados por el modelo de desarrollo neoliberal.
Necesitamos una Nueva Agenda Hábitat, no una reducida
agenda “urbana”, que reconozca que la urbanización en su forma actual
no es inevitable o sostenible. Necesitamos una Nueva Agenda Hábitat que respete el metabolismo hábitat del medio
ambiente en las áreas rurales y urbanas. Necesitamos una Nueva Agenda Hábitat
que reconozca el continuo de la experiencia del hábitat humano, que respete y
asegure múltiples formas de tenencia de vivienda y tierra, donde las alianzas
den prioridad a la gente y al interés público y que los estados apoyen la
producción social del hábitat. Necesitamos una Nueva Agenda Hábitat que
reconozca y celebre, no criminalice, a los movimientos sociales y la
participación popular y haga posible la coproducción de conocimiento,
fortaleciendo las soluciones e innovaciones locales.
Aspiramos a vivir en hábitats de derechos
humanos compuestos por pueblos, territorios e instituciones democráticas. Con
el fin de realizar esta visión del hábitat, nuestras comunidades insisten:
“nada sobre nosotras-os sin nosotras-os.”
Quito, 16 de octubre de 2016