Los “Sin Techo” sacuden Francia

El intenso frío de fin de otoño no impidió que cientos de parisinos sin hogar instalaran sus carpas en los bordes del canal Saint Martin. Caras, escasas y diminutas las viviendas se han vuelto un producto de lujo en París al que muchas personas no tienen acceso. Las 300 carpas color burdeo han dejado al desnudo un problema que se arrastra desde hace tiempo. Actualmente en Francia existen tres millones de personas que tienen un problema grave de vivienda. Entre ellos, un millón no dispone de un lugar donde cobijarse y sobrevive de la caridad de amigos o asociaciones humanitarias y 100.000 se han instalado directamente en la calle. Contra lo que se cree, los sin techo tienen trabajo, pero con un salario que no basta para pagar los exorbitantes alquileres.

Un 'Sintecho' sacude una manta en el canal al lado de la fila de tiendas. (Foto: AFP)
Paris, Canal Saint Martin

El debate sobre el derecho a una vivienda para los “Sin Domicilio Fijo” (SDF), eufemismo para llamar a los que viven en la calle, fue impulsado con gran éxito durante las fiestas de fin de año por la asociación “Los Hijos de Don Quijote”. La magnitud de la manifestación obtuvo una respuesta casi inmediata del mundo político. Jacques Chirac se vio obligado a exigir que el tema de la vivienda sea tratado como prioritario en las próximas elecciones, además de un paquete de ayuda de emergencia de 70 millones de euros (unos 92 millones de dólares) para las personas sin hogar. Para las asociaciones este gesto es “positivo pero insuficiente”, por lo que pretenden “resistir” en estas protestas hasta la primera vuelta de las elecciones de abril.

La invitación de los Hijos de Don Qujote a que los parisinos acomodados pasen una noche junto a los SDF ha causado fuerte impacto. Profesionales, estudiantes, artistas, funcionarios y militantes sociales se unieron a las protestas de los SDF saliendo del confort de sus hogares para pasar noches gélidas junto a las miles de personas que no tienen casa. Es una forma de interpelar a los poderes públicos frente a un problema que se agrava año tras año.

Pero no sólo las carpas burdeo son la expresión de la queja de los franceses. Hace varios días “Droit au Logement”, los “Jeudis Noirs” y los “Macaq” ocuparon un edificio vacío de 1.000 metros cuadrados en el centro financiero de París, instalaron a varias familias sin hogar y el lunes 1 de enero establecieron simbólicamente en él la sede del “Ministerio de la Crisis de la vivienda”. La ocupación del inmueble tiene un doble objetivo: por una parte, realojar a familias expulsadas a la espera de una vivienda durable, así como a estudiantes, artistas y jóvenes asalariados también golpeados por las alzas de los alquileres. Y, por otra, organizar acciones e iniciativas para frenar el problema de la vivienda y hacer frente a la crisis de una manera pragmática, abierta y militante.

Estos tres grupos más “Los hijos de Don Quijote” han conseguido un apoyo inesperado. Se espera que las protestas sean imitadas en otras ciudades francesas, incluidas Orleáns, Tolouse y Lyon.

El tema de los indigentes en la calle se complicó aún más cuando el gobierno ordenó desmontar por la fuerza las carpas instaladas en varios puntos de París. Ello dio lugar a una guerra de las carpas entre los poderes públicos y las ONG con el telón de fondo de la elección presidencial. Catherine Vautrin, ministra de la Cohesión Social, criticó severamente la instalación de las carpas: “Es humo en los ojos”, “un engaño”, dijo la responsable, que agregó: “Utilizar con fines mediáticos y políticos el problema de la exclusión de la gente es peligroso y sin esperanzas”. Respuesta inmediata del presidente de la ONG Médicos del Mundo, Pierre Micheletti: Médicos del Mundo seguirá distribuyendo carpas pese a los operativos oficiales para desmontarlas. Por su parte, el gobierno recuerda que aún quedan lugares disponibles para recibir a los SDF, que se han creado 800 camas suplementarias en los últimos años y que el Ministerio de Cohesión Social gasta cada noche casi cuatro millones de dólares para que nadie duerma en la calle. Pero el gobierno choca con otro problema: el rechazo de los SDF que se niegan a dormir en los lugares que el gobierno pone a su disposición. Según una encuesta realizada por Médicos del Mundo, 84 por ciento de las personas sin domicilio a quienes se les entregó una carpa dice que no marca el número de urgencia 115 -gestión de los dormitorios-. Las razones invocadas son varias y de peso: servicio de difícil acceso, horarios poco adaptados, estadía demasiado corta. En la región de París, aunque las estructuras de acogida para los sin techo se han incrementado en un 52% desde 1999, el paralelo aumento de las situaciones de precariedad social hacen que se encuentren colapsadas de forma permanente.

La visibilidad de las carpas ha sacado el tema de exclusión extrema de su confinamiento en la acción caritativa y de urgencia para ocupar un espacio político. La situación se ha radicalizado aún más con el inicio de una huelga de hambre el día de navidad por parte de dos de los miembros de Los Hijos de Don Quijote, incluido su presidente Augustin Legrand. A ellos se ha sumado un joven SDF con el objetivo de que “esto cambie”.

Según Legrand, que está molesto por cómo ha sido acogida la idea de la acampada en París por las autoridades y la prensa, ha empezado esta huelga de hambre con su amigo Pascal para recordar “el peligro de muerte permanente que pesa sobre los que viven en la calle”.

El catálogo de exigencias ha sido recogido en la Carta del Canal de Saint Martin, que entregaron ayer martes a la ministra Catherine Vautrin. El texto reclama, entre otras cosas, la apertura de estructuras de albergue “las 24 horas y 365 días al año”, así como condiciones de acogida “humanizadas”; la creación, “inmediatamente, de una oferta de alojamientos temporales” y “más alojamientos sociales, accesibles a los hogares más pobres”.

Los hijos de don Quijote piden además en su carta que toda acogida de una persona en un albergue conlleve “una solución estable” para poner fin “al regreso a la calle” e insta a que se instaure un “derecho a un alojamiento” en toda Francia. En resumen, demandan al Estado la puesta en marcha “desde hoy, de una política ambiciosa que garantice el acceso a un verdadero alojamiento”.