Pobreza en la ciudad, represión en el campo y tropas yankis con inmunidad

Fuente: Hernán L. Giardini, Revista Contracultural

Diario de Asunción

Autos importados y camionetas 4 x 4 por doquier. Taxis marca Mercedes Benz. Palmeras. No, no es Miami, es Asunción del Paraguay. Y nos damos cuenta de ello al instante, porque también se ve pobreza por todos lados.

La mayoría de la gente se las rebusca trabajando por unos pocos guaraníes, vendiendo en la calle, haciendo alguna changa o pidiendo, en un país todavía golpeado por la, ya lejana, Guerra de la Triple Alianza. Esa guerra que, fomentada por Inglaterra y desatada por Argentina, Brasil y Uruguay, masacró y dejó al próspero Paraguay de entonces en la ruina. Pero pasó mucho tiempo, y pasó una dictadura casi eterna, y ahora se (sobre)vive en pleno neoliberalismo, basado en una paupérrima distribución de la riqueza y en un sostenido e inescrupuloso contrabando.

Es que la dictadura dejó su huella: en la calle se ven policías por todos lados, que reprimen sin dudar; y casi nadie dice nada. Sólo así se entiende la permanente ostentación. Por eso, todo convive en una simbiosis imposible: casas suntuosas, autos lujosos y shoppings junto a puestos de venta callejera, casas de empeño e indígenas Maká vendiendo artesanías. Ricos que reniegan de lo indígena junto a pobres que, pese a todo, siguen hablando en guaraní y viven tomando tereré. Todo en calma y sin conflicto aparente.

Pero el conflicto social persiste. Y no sólo eso, se va incrementando. Es que, al igual que Argentina y Brasil, a partir de la política de producción y exportación de soja transgénica que desde hace unos años llevan adelante los grandes productores, el campo se ha vuelto un lugar para unos pocos (latifundistas, terratenientes de Paraguay y de Brasil) y expulsa a los campesinos sin tierra (ahora reemplazados por máquinas que se dedican al monocultivo). Y esos campesinos desterrados van a parar a la ciudad en busca de trabajo y nuevas oportunidades. Pero generalmente esas oportunidades no llegan, y pasan a vivir en la periferia, o en el humilde barrio Chacarita en el mejor de los casos, formando nuevos asentamientos, y hacinamientos.

Lamentablemente no son muchos los que se organizan para luchar y cambiar las cosas. El miedo que ha dejado la dictadura y la permanente represión para quienes se alejan de lo establecido, sumado al respeto que todavía muchos paraguayos tienen hacia sus militares, genera un cóctel adormecedor.

Sin embargo, en Asunción también existen espacios como la Fundación Arcadia, el Centro Cultural El Arka, La Casa de la Juventud y Radio Rebelde, que resisten autogestionados construyendo desde la cultura ese otro Paraguay posible. También hay artistas, como Roque de Pablo, Claudia Miranda y el grupo Los Corales, que le cantan y apoyan a las luchas populares, denunciando injusticias desde el arte.

Salvaje desalojo y muerte en asentamiento campesino

Pero en el campo no sólo se ven grandes latifundios atestados de soja transgénica. También hay muchos campesinos que resisten y luchan por tierra y mejores condiciones de vida. Agrupados en la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (MCNOC), los sin tierra paraguayos recibieron este mes otro terrible golpe por parte de militares, policías y latifundistas apañados por el gobierno.

El pasado 24 de Junio en el Asentamiento Tekojoja, ubicado a 70 kilómetros de la ciudad de Caaguazú, hubo una fuerte represión contra familias campesinas por parte de terratenientes, militares y policías. Los mismos, violando los derechos constitucionales y humanos a la vivienda, a la vida y al trabajo, quemaron 54 viviendas, arrasaron los cultivos y, como resultado de los golpes y disparos, hay dos muertos, cinco heridos de gravedad y 130 personas detenidas, entre las cuales se encontraban niños, ancianos, y mujeres embarazadas.

El procedimiento de desalojo empezó a la madrugada y continuó hasta el mediodía. Golpearon brutalmente a los campesinos, mientras los efectivos policiales, militares y fiscales intervinientes detenían a las familias y daban lugar a la entrada de maquinarias agrícolas para destruir todos los cultivos de las mismas.

Cerca de las 14:30, terratenientes dispararon a mansalva contra los campesinos paraguayos, matando Ángel Cristaldo, de 20 años, y a Leopoldo Torres, de 49; mientras que otros cinco se encuentran en estado de gravedad en el Hospital La Candelaria, en Caaguazú.

Dichos campesinos forman parte de la Organización Agraria y Popular, integrante de la MCNOC, y del Frente por la Soberanía y la Vida. Carlos González, miembro de la Coordinación de la Organización Agraria y Popular, manifestó que dichos “brasiguayos cultivadores de soja transgénica ambicionan quedarse con esas tierras para continuar con sus cultivos”, y que éstos habían presentado una demanda en el Juzgado de lo Civil, y del Adolescente de la ciudad de Caaguazú, pidiendo la restitución del inmueble y la Jueza encargada de dicho Juzgado había dado a lugar al pedido, sin considerar que esas tierras fueron fiscales, y en esas condiciones se les había dado a los campesinos paraguayos.

Cabe señalar que los campesinos fueron asentados legalmente de acuerdo con el Código Agrario y en su condición de sujetos de la reforma agraria, por el propio gobierno del actual presidente paraguayo, Nicanor Duarte Frutos.

El gobierno aceptó el ingreso con inmunidad de militares norteamericanos

Mientras tanto el gobierno, a espaldas del pueblo y sin consulta previa alguna, les abre las puertas impunemente a las asesinas tropas gringas. El “Acuerdo por Notas Reversales entre el Gobierno de la República de Paraguay y el Gobierno de los Estados Unidos de América sobre Ejercicios e Intercambios Militares Bilaterales” entró en vigencia el pasado día 1, y se extenderá hasta el 31 de diciembre de 2006.

Liberados de cualquier sometimiento al sistema judicial nacional, los soldados no tendrán que responder por los daños que causen a la salud humana o al medio ambiente, ni a los recursos de la población. Los privilegios incluyen la “liberación aduanera sobre la importación y / o exportación, y la exención de inspección e impuestos locales para los productos, propiedades y materiales”.

También se les reconocerá automáticamente las matrículas médicas y las licencias de conducción de vehículos que traigan de su país. Con esa franquicia en la mano, el Ministerio de Defensa Nacional envió al Senado el martes 7 una solicitud de autorización para el ingreso de 13 contingentes (499 efectivos), aviones, armas, equipos y municiones.

Ante la creciente alarma de sectores políticos y populares, el gobierno paraguayo intentó aclarar el alcance de inmunidad otorgada a los soldados norteamericanos que participarán en ejercicios militares conjuntos.

Según la canciller Leila Rachid, estas prerrogativas otorgadas al Ejército norteamericano “no tienen la misma fuerza” que las de los jefes de misiones diplomáticas, sino “la de personas que vienen al país en carácter de instructores para impartir capacitación técnica”.

Por su parte, el nuevo comandante del Ejército, Rubén Alviso, dijo que los ejercicios con los militares norteamericanos son importantes para los locales, que no cuentan con armas de última generación ni presupuesto para adquirirlas.

Grupos sociales y políticos, en cambio, llamaron la atención sobre las presiones ejercidas por los Estados Unidos para alcanzar el convenio, caracterizado por la no reciprocidad, ya que no se dará un trato igual a soldados ni personal paraguayos. En ese sentido, Carlos Filizzola, del partido País Solidario, insistió en que “a cualquier ciudadano paraguayo que ingrese en Estados Unidos se le revisa hasta los intestinos”.

También el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, denunció la concesión de libertades a las tropas estadounidenses en Paraguay, a espaldas del pueblo. En una carta, Pérez Esquivel alerta que “con mucha preocupación vemos la creciente militarización de América Latina”.

Como vemos, algo está pasando en la tierra del tereré…